“Al Padre se llega por Espíritu y nadie más que el Hijo lo ha visto … El Padre y el Hijo son Uno en los Cielos, desde siempre”
JesúsCristo
Después de pensar mucho tiempo sobre qué y cómo expresar mi testimonio, opto por contarles mi experiencia sobre un punto que considero trascendental: ¡Cristo es un Dios Vivo!
Al principio, no lograba entender qué significaba: “Cristo es Dios y está Vivo”. Pensaba que Cristo era el Mesías, un maestro o el hijo de Dios, pero nunca dimensioné su real portento.
Investigando sobre el tema, me percaté que esta es una discusión transversal a muchas creencias, religiones y filosofías, y a pesar de que son grandes los argumentos y muy antiguos, aún hoy permanecen dudas, inquietudes y cuestionamientos.
Al conversar con algunas personas, me di cuenta de que esta confusión está más presente de lo que uno se imagina. Muchos refieren que Dios es uno solo: el Padre.
Puedo afirmar que no solamente existe esta confusión, sino también que hay una resistencia tácita y explícita en muchos a que Cristo sea Dios. Hay una desconfianza imperiosa ante este planteamiento. Si uno sostiene su condición Divina, te miran como “fanático religioso” y argumentan que si bien JesúsCristo fue muy importante en la historia, no fue tan diferente a otros profetas, maestros de luz o ángeles.
Aquí es donde me pregunto: ¿por qué es tan difícil creer que Cristo es Dios?, ¿por qué preferimos verlo como historia y no como presente?… Miles de interrogantes aparecen en mi mente y la respuesta es también una interrogante: ¿será miedo, costumbre y/o comodidad?
Si aceptamos que Cristo es Dios, nuestra vida cobra otra dimensión, otro sentido, porque entendemos que Cristo, el Dios, encarnó en Jesús, el Hombre, para cumplir una parte fundamental del Plan de Salvación: el Hecho Crístico, el Hecho de los Tres Días de su paso por la muerte.
Evidenciamos que Cristo Dios nos ama de una manera tan pura y noble, que fue un Dios que, en obediencia a los designios de Su Padre, fue capaz de encarnar en un Hombre para darnos la oportunidad de elevarnos espiritualmente, para conducirnos hacia la Voluntad del Padre.
Uff… ante esta verdad estamos en otro grado de responsabilidad y otra realidad en la vida. Gracias al Hecho Crístico puedo establecer una relación personal con Cristo Dios, puedo vivir mi Espíritu, soy libre de pecado, puedo alcanzar un estado de Gloria según mi siembra y mi vida terrenal ha cobrado un nuevo sentido, un sentido trascendental, ya que puedo Pertenecer a un Dios Vivo si me entrego a El de corazón.
Si aceptamos que Cristo es Dios, estamos afirmando que hay una Ley que gobierna al universo y toda su Creación, de manera perfecta y eterna. Siendo así, debemos regirnos por esta Ley que efectivamente existe y está vigente en estos Tiempos: la Ley de JesúsCristo.
Y aquí llegamos a un punto en que podemos establecer nuevamente miles de argumentos, teorías y comprensiones acerca de la divinidad de JesúsCristo, pero puedo afirmarles que esto no servirá. La única forma de afirmar que Cristo es Dios, es a través de la vivencia Espiritual:
“Existe el Espíritu Santo, Cristo y el Padre Creador. Todo lo que provenga de esta Trinidad Sagrada y Superior, que la reconozca, que no la tergiverse, que la adore y se incline ante ella, pertenece al Bien. A esta Trinidad se le llama LEY y su expresión en el Hombre es el Hecho Crístico. No hay otra vivencia real más que la vivencia del espíritu, la vida interior que se alza y habla, señala, ilumina, da inteligencia más que toda erudición humana. Sabiduría es un nombre de Cristo. Sabios son los servidores de Cristo, en este y otros mundos, tangibles e intangibles. Maestros son los Sabios Servidores de Cristo. Maestros de paz, ángeles de cuerpo y tangibles ante la fe y por la fe”.
(Libro Ara, Ediciones El Gran Fundamento, año 2000, reflexión 36)
Me permito ser enfática en ese punto, ya que lo sentí, lo experimente, lo viví y eso va más allá de cualquier teoría: es una realidad. Logré entender que Cristo está Vivo y que no acepta que uno se quede en el cumplimiento de formas y formalidades. Él nos conoce hasta el más mínimo pensamiento y sentimiento, y desea que crezcamos espiritualmente. Nos desea bajo su Gracia caminando para el cumplimiento del Plan.
Hasta enero de este año 2010, yo me sentía entusiasmada de pertenecer a un camino de Consagración, me comprometía a todo y con todo. Había encontrado un refugio, un remanso de Paz, pero me comportaba como miembro más de una iglesia, de un grupo de crecimiento personal, o de una institución con objetivos nobles, buenos y casi quijotescos. Pero no, esto no era lo que Cristo quería de mí, me mostró una vez más que estaba perdida en las formas, me vi estáenfrentada a mi postura fundamentalista, mentalista y egocéntrica. El mensaje era claro: Él deseaba mi compromiso espiritual y la comprensión de su portento.
Estaba bien ser comprometida, responsable, activa en el quehacer, pero sin espíritu y sin una conexión espiritual y personal con Dios, nada tiene sentido. Esto es así, y en su infinito amor me da las instancias para vivir Su presencia cercana y tangible, y llegar así al nivel que Él necesita para ser su discípula y servidora en Su Reino.
¡Cristo, cuán Dios, prepara Su Segunda Venida en gloria y potestad! Si aún hoy dudamos de Su Divinidad, será en ese momento donde se acabarán estas discusiones o teorizaciones. No cabrán confusiones, porque todos afirmarán que Cristo es Dios Vivo y presente.
Finalmente, emerge una nueva interrogante: ¿por qué debemos esperar siempre hasta el último minuto? Cristo ya está interviniendo, y hoy nos dice que “ya no basta con creer, es necesario Consagrarse”. Y este camino de Consagración es la vía para poder de su mano alcanzar la Voluntad del Padre.
Ya no podemos darnos el lujo de esperar, estamos en Tiempos de Tribulación, no hay más tiempo, hay que optar!
Gracias doy a Cristo, por permitirme ser parte de este Camino, y poder dar testimonio de su existencia y portento.
Octubre, 2010